A partir de las elecciones presidenciales en 2021 en Perú

No me gusta opinar sobre política en elecciones. Todos hablamos de política. Facebook, Twitter y otras redes sociales se llenan de publicaciones sobre política. A todos nos interesa la política de un momento a otro. Pero solo en elecciones. Como el panetón en Navidad. Delicioso en el primer bocado, pero no tanto después del tercero.

Tampoco me gusta hablar de política en elecciones porque la discusión se centra en los partidos. Sus planes de gobierno, las ideologías que defienden, las personas que están detrás o el futuro del país. Pero a mí no me gusta hablar de partidos ni escuchar hablar de ello. Siento que es como cuando dos personas hablan sobre si es mejor la U o el Alianza. Muchos de los argumentos esbozados en esos diálogos terminan siendo como los del Puma Carranza: «La U es la U». No soy fan de ningún equipo de futbol. Es más, no me gusta el futbol. Pero me parece la mejor forma de ejemplificar una tautología, recurso que muchas veces he escuchado en discusiones «políticas» en elecciones.

Finalmente, no me gusta hablar de política durante las elecciones porque muchas de esas discusiones están manchadas principalmente de ideología. Y cuando hablo de ideología, hago referencia tanto a las de izquierdas como de derechas. Es cierto que no podemos hablar desde fuera de nuestra ideología. Al final somos ideología. Pero cuando un discurso es solamente ideología, a mí me resulta aburrido. Es como leer a Bayly, que en todos sus textos dice lo mismo. O los artículos de la Liga Internacional de los Trabajadores. Y no solo aburrido, sino hasta insufrible. Leer textos en los que no hay cerebro ni corazón, y que no estén bien escritos, a mí últimamente me agota. Por eso quizá tengan razón aquellos que afirman que no vale la pena leer nada después de los clásicos.

Dicho esto, sí me gustaría decir algo al respecto de los partidos, las elecciones y los últimos acontecimientos que estamos viviendo en Perú. Pero me gustaría hacerlo desde la mirada del posdesarrollo de Arturo Escobar.

Hace poco le comentaba a Johan, mi amigo, que estas elecciones me hacían pensar en La invención del desarrollo de Arturo Escobar, y decidí escribir este post para elaborar un poco más lo que WhatsApp no me deja escribir por su naturaleza de instantáneo. Y también para tener por lo menos una publicación sobre política y no parecer un marciano a quien no le importa su país.

Para Arturo Escobar el desarrollo es una construcción discursiva que se puede entender (1) como un régimen de representación, (2) un régimen de orden y verdad, (3) un constructor del sujeto no desarrollado, y (4) como régimen de gobierno. ¿Y eso qué quiere decir? Para no enrollarme, podríamos decir que para Arturo Escobar el desarrollo es como la Matrix, aquello que han puesto delante de tus ojos para controlarte (y dominarte diría Escobar).

¿Pero qué es la Matrix? Respondamos esta pregunta con la ayuda de nuestro pensador colombiano. Pues se trata de una construcción hecha por el ser humano para representar en nuestras mentes el mundo no desarrollado. ¿Qué es? ¿Cómo lo entendemos?. Pero no solamente es es una construcción que nos ayuda a representar el mundo no desarrollado, sino también para establecerlo como verdadero más allá de nuestra mente en distintas ubicaciones del mapa con sujetos que tienen ciertas características, a quienes es posible dominar a través de regímenes políticos de control.

Entonces, en términos sencillos, el desarrollo es un concepto creado para dividir (divide y vencerás decía uno de los romanos más conocidos por sus hazañas colonialistas). Para dividir entre desarrollados y no desarrollados, entre pobres y ricos, entre los modernos y los atrasados, entre los que están conmigo y los que no.

Esa es la teoría de Escobar. Y lo más loco no es la teoría ni la comparación con la Matrix, ya que tanto la teoría como la comparación tienen mucho sentido. Lo más loco es que desde la primera vuelta, todos los partidos, todos sin excepción, nos hablan del desarrollo en esos términos. Ninguno se salva. En todos tenemos símbolos de formas de entender el desarrollo (economicista, sostenible, humano, etc.) respaldados por técnicos especializados en desarrollo, probablemente en universidades de los países que conocemos como desarrollados, vendiendo formas para llegar a ser desarrollados pero que realmente solo quieren, buscan o no pueden dejar de dominarte. Todos te ofrecen la píldora azul, con diferentes matices de izquierdas y derechas, porque no salen del horizonte del desarrollo. Nadie la roja, aquella que toma Neo en Matrix o Quaid en Total Recall y descubren la realidad que no conocían.

Con la lectura de las elecciones en Perú desde Arturo Escobar, adornada con algo de ciencia ficción, que empecé a escribir en primera vuelta y que termino hoy, el día de la segunda vuelta en Perú, no quiero decirte que votes por uno o por otro. Mi idea no es imponer mi ideología política haciéndote sentir mal por votar por uno u otro candidato. Lo único que quiero es que puedas tener una mirada distinta de tu voto para que sepas que, votes por quien votes, estás votando por alguien que va a dominarte lo quiera o no. Así es la lógica del desarrollo más allá de las diferencias ideológicas. Yo solo te pido que seas consciente de eso.

Y si no quieres escucharme a mí, entonces por lo menos escucha a Katy Perry.

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